Primer desayuno
Era nuestro segundo día de viaje, el primero completo en Tokyo. Nos levantamos a las 8 de la mañana ya que el período de desayuno en el hotel acababa a las 9:30 h.
El desayuno era tipo buffet occidental, con salchichas, ensaladilla, algo de bollería y pan de molde para hacer tostadas, yogurt, mantequilla, mermelada, etc, aunque también había algunas cosas típicas de Japón como arroz blanco, sopa de miso y algunas verduras digamos que un poco “raras”. Eso sí, lo primero que se acababa siempre era el zumo de naranja, ya que en bebidas si que estaba bastante escasa la cosa: café, leche, zumo de naranja y agua eran las opciones. Así que el zumo volaba y tenías que esperar a que una señora lo repusiera. Eso sí, cuando
avisabas que no había zumo la señora iba corriendo (literalmente) a rellenar la jarra.
De las pocas cosas que se le podrían reprochar al hotel era que la sala donde estaba la comida era muy pequeña. En el espacio entre las dos mesas no cabían 2 personas, con lo cual había que esperar a que una persona saliera de allí para poder entrar a coger la comida. Y claro, se acumulaba mucha gente. En cambio el comedor era muy amplio y no tuvimos problema ningún día en encontrar mesa libre.
Una vez desayunados nos dirigimos hacia la estación de Okachimachi, y es que la línea JR Yamanote, al ser circular, pasa por prácticamente todos los lugares importantes de la ciudad.
Yoyogi Park
Nos bajamos en Yoyogi y nos adentramos en el parque. Si fuera del parque el calor era asfixiante dentro era bastante peor.
La entrada está presidida por un enorme torii de madera al cual le sigue una larga avenida que atraviesa el parque hasta la estación de Harajuku rodeada completamente de bosque. A medio camino nos encontramos un cruce que conduce hasta el Santuario Meiji. En este cruce podemos ver una pila de bidones de sake a una banda de la avenida y otra pila de bidones de vino justo enfrente, todos ellos donados al santuario.
Muy cerca de este cruce hay una tienda de souvenires a la cual nos dirigimos antes de ir hacia el Santuario. Al llegar a la tienda no pudimos resistir la tentación de comprarnos una toalla pequeña para secarnos el sudor de la cara tal y como hacen muchos japoneses ya que el calor comenzaba a ser insoportable a medida que se acercaba el mediodía. De esta manera, a parte de lo bien que nos fue, nos sentíamos más integrados, jeje.
Ahora sí: enfilamos el camino hacia el Santuario Meiji, situado, más o menos. en el centro del parque. dedicado a los espíritus deificados del Emperador Meiji y su mujer, la Emperatriz Shoken.
Takeshitadori en Harajuku
Una vez visitado el Santuario fuimos directamente a la parte de Harajuku para poder entrar en algún centro comercial con aire acondicionado y escaparnos un rato de aquel horrible calor.
Nuestra idea era recorrer la Takeshitadori, una calle comercial famosa por sus tiendas de moda para adolescentes, y lo hicimos, pero preferimos ir primero a Omotesando Dori, una gran avenida muy larga que lleva hasta la estación de Omotesando y que está toda llena de tiendas de reconocidas marcas de moda y algún que otro centro comercial.
Volvimos a la zona de la estación de Harajuku y nos dirigimos hacia una plaza al lado de la entrada al parque. Fue allí donde nos encontramos a los famosos “Rockabillies” bailando. Nos hizo mucha gracia ya que en nuestro anterior viaje no pudimos verlos. Justo en frente se alza imponente el Gimnasio Nacional Yoyogi, construido para las olimpiadas de Tokio de 1964.
Llegada la hora de comer nos metimos por algunas calles adyacentes a la Omotesando Dori y elegimos un resaturante al azar. Y la acertamos de pleno. El sitio era muy chulo y la comida estaba sencillamente espectacular. Y encima muy barato.
Luego continuamos nuestro paseo y descubrimos un barrio realmente tranquilo y bonito: una zona con casas pequeñas llena de tiendas, pero muy poco concurrida de gente, algo realmente extraño en Tokio ya que si hay algo por todos lados es gente.
A media tarde, cuando ya anochecía, regresamos a Ueno, al pub del que os hablé en el anterior post, el Stasium. Ya de camino al hotel hicimos una parada en un puesto, el Bears Papa´s Mille-Feuille, donde venden una especie de profiteroles gigantes rellenos de crema que están buenísimos y que ya habíamos comido en nuestro anterior viaje en el 2009.
Una vez en el hotel y después de cenar planeamos nuestra salida del día siguiente: Odaiba.
Nos vemos en el siguiente post. ¡Hasta pronto!